Tuesday, August 31, 2010







El Infierno de todos tan temido



Este viernes llega con 314 copias a las salas de cine de todo el país la nueva película de Luis Estrada, El Infierno. No hubo mejor nombre para darle al retrato fiel que el cineasta hace, otra vez (Todo el poder), de nuestro México, ese que amamos, pero que ahora tanto tememos.






Con humor ácido corroe la pantalla y los sentimientos del espectador a través de una historia que no nos es ajena, de un relato común en nuestro país y de una serie de diálogos e imágenes que impactan por escupirnos la verdad a la cara y una realidad que da miedo. Pero también nos desmoraliza. En cada persona la reacción es diferente, pero nadie se salva de sentir algo en las entrañas.






La historia comienza con Benjamín, un pobre infeliz que se va de mojado a los "yunaited", en donde recibe todo tipo de vejaciones, hasta que es deportado, con unos cuantos dólares que la migra se encargará de quitarle y los soldados mexicanos terminarán de robarle los pocos billetes verdes que traía escondidos. Al llegar a su pueblo sólo encontrará más miseria que la que dejó 20 años atrás, más desolación y mucha violencia.






El Benny (Damián Alcázar), como lo conocen, irá con su padrino (Salvador Sánchez) y se pondrá al tanto de lo que ha pasado en esos 20 años y de qué pasó con el hermano pequeño que dejó dos décadas atrás con la promesa de regresar por él para llevárselo al otro lado. Ese hermano se convirtió en El Diablo, un matón que fue asesinado por un grupo de sicarios, que ahora es dueño del pueblo. Ese grupo es comandado por Don Jesús Reyes (Ernesto Gómez Cruz en espléndida actuación) y su señora (María Rojo).






En su búsqueda de información, Benny conocerá a la viuda de su hermano y al hijo que tuvo con ella. Impactado por la belleza de su cuñada y en su debilidad, terminará enredado con ella y víctima fácil de los problemas que esto acarreará. El otro encuentro será con su amigo de la infancia, que ahora es conocido como el Cochiloco (el espectacular Joaquín Cossío), quien es uno de los hombres de confianza de Don Jesús y una especie de protector de Benny.






El mundo del narcotráfico, la violencia, la corrupción y la traición forman parte de esta historia que Luis Estrada lleva a la pantalla de manera valiente, sin censura y cruda. Una película fuerte, documentada con años de investigación y realizada con un elenco único de actores de primera línea, como los ya mencionados y breves, pero sustanciosas apariciones de Isela Vega, Mario Almada y Daniel Giménez Cacho.






Desde la butaca el espectador verá ese infierno de todos tan temido. Verá violencia, torturas, asesinatos, mutilación de miembros, sexo, drogas y escuchará corridos. Será testigo del contubernio entre poderosos capos, la Iglesia, los políticos y la policía. De cómo las familias se hacen de la vista gorda cuando reciben regalos comprados con el dinero malhabido de sus hijos que venden drogas y se drogan, que matan, extorsionan, torturan. Nada que no se haya visto en los periódicos o noticieros.






Luis Estrada dice que no teme represalias porque lo suyo es una versión de una realidad que no puede igualar el cine. Es un cineasta que no da concesiones, expresa lo que quiere decir y su equipo de trabajo está de acuerdo.






Ver la cinta provoca reacciones diversas, pero todas intensas. Ver El Infierno, por cierto está dentro de las cintas conmemorativas del Bicentenario, es casi obligado para los mexicanos. No sólo por lo bien hecha que está, sus magníficos actores e intensa historia, sino también por ser un motivo de reflexión, que como bien dice su director, nos pone a pensar en dónde estamos y hacia dónde vamos. Y pone en la mesa la pregunta ¿hay algo qué celebrar?