Tuesday, October 17, 2006

Si muero, no moriré del todo
Salvador Dalí

Días aciagos, noches de recuerdosy reflexiones. Ya pronto es la Noche de Todos los Santos y muchos pondrán sus ofrendas para recibir a sus fieles difuntos, los chicos y los grandes. Una de las tradiciones más arraigadas de nuestro país, el Día de Muertos. Aunque se ha contaminado por esa otra tradición del Halloween, no dejamos de tener lo nuestro y preservar lo que nos dejaron nuestros ancestros.
El pan de muerto, ese que se saborea chupándose los dedos que quedan llenos de azúcar y todos se pelean los huesitos. Las calaveras de azúcar, que son adornadas con glas de colores y tienen el nombre del "difunto" en la frente. También hay de chocolate y amaranto, pero las tradicionales son las blancas. Las velas y veladoras que guían el camino de los difuntos a casa. El copal, ese aroma único que se une al de la flor de cempasuchítl. El papel picado, todo un arte hecho por manos mexicanos que ya se pirateraron los chinos y ahora hasta de plástico nos quieren endilgar a las calacas cortaditas. Y claro, la Calaca Catrina, legado de don José Guadalupe Posada, que en sus grabados dio chiras pelas a los personajes de la época, como Porfirio Díaz.
A todo lo anterior se suma la comida, el mole que se pone en el altar, el aguardiente, los panes de pueblo que se visten de colores, pero lo que más me gusta es la calabaza en dulce, no la de tacha, sino la que se hace con piloncillo, cañas, tejocotes, guayabas y canela. Acompañada de leche... Todo el año es la espera por esa semana en la que sólo se come, cena y desayuna calabaza.
Pedir calaverita con una caja de zapatos a la que se le hicieron agujeritos y se le puso una vela ya no es lo común. Ahora llegan con su calabaza de plástico comprada en algún centro comercial y todos salen disfrazados cual personajes de las cintas serie B de la Universal (aunque no hay muchos hombres lobo). Esa amalgama de culturas enriquece la noche, sobre todo para los niños. Llenos de dulces recorren las calles pidiendo más, aunque antes nos daban una moneda.
Las tradiciones se parecen en diferentes países y extrañamente con Egipto tenemos más coincidencias. De todo ellos da cuenta Ray Bradbury en su maravilloso libro El árbol de las brujas, en donde por una noche un grupo de niños hacen un recorrido por la historia y además nos conmueven con su sentido de la amistad. Otro referente es el acertado capítulo de los Simpson en el que se cuenta la historia de las brujas y de la noche ídem.
Es solo el comienzo, la fiesta de las brujas y el camino al Mictlán apenas da inicio.

1 comment:

Olimpia said...

Siempre he querido escribir sobre el día de muertos; algo parecido, me gustó por su sencillez.

Siempre es grato salirse un poco del tema política y respirar con las cosas que mas le gustan a uno...el día de muertos.

Te felicito, no lo he revisado todo, pero para muestra basta un boton. Att. PGO.